La oposición venezolana venía de un largo viaje de regreso. Desde el 2015 -dada la epidemia abstencionista que comenzó a incubar bajo la dirección del llamado G-4 – no enfrentaba con seriedad un evento electoral. El 2018 esa oposición regaló el gobierno a Maduro. Ningún pretexto pudo ocultar lo que las primarias de 2023 revelaron: que esa oposición no tenía candidato porque nunca llegó a alcanza r un mínimo a cuerdo para tener uno . Dominada por sus sectores más extremistas, fue forzada a participar en un proceso insurreccional que no tenía ni sabía como enfrentar. El año 2019, cuando masas enfervorizadas se juramentaron ante Guaidó en su calidad de presidente de la AN asumiendo un tropical interinato que desconocía la legalidad de Maduro, y poniendo un extraño “fin de la usurpación” como primera meta, profundizaría aún más el desmembramiento de partidos que lo único que sabían hacer -y lo habían hecho bien– era participar en elecciones. El fin del “gobierno interino” apoyado
El 87% de las actas de votación ya han sido publicadas en diversos órganos de difusión de Venezuela y otros países. Quien quiera puede conocerlas, comprobarlas, revisarlas. En todas constan las firmas de los miembros de las mesas y su totalización más el correspondiente QR. De acuerdo a esos documentos el candidato Edmundo González obtuvo 7.156.462 votos y el candidato Nicolás Maduro 3.241.461 votos (30%). El resto, 250.897 votos (0,002%). A diferencia de los resultados dados a conocer por el régimen de Maduro, cuyas cifras son incomprobables, las entregadas por la oposición son perfectamente verificables. No una ideología, las matemáticas más elementales, dictaminan que Edmundo González Urrutia fue elegido presidente de Venezuela. El ladrón de esas elecciones fue el presidente Nicolás Maduro. Su actuación figurará, entre otras, en las actas de la historia. Pocos presidentes de la era moderna (tal vez solo Lukaschenko, Ortega y Putin) han cometido un crimen político tan atroz contra
En la ya muy divulgada entrevista concedida por el Papa el 09.03.2024 a Lorenzo Buccella, periodista de la Radio Televisión Suiza, publicada después en la revista Cliché , fue formulada la siguiente pregunta: En Ucrania hay quienes piden el coraje de la rendición, de la bandera blanca. Pero otros dicen que esto legitimaría a los más fuertes. ¿Qué opina? Y esta fue la respuesta de la discordia pronunciada por el hombre más llamado a buscar la concordia: el Papa. Es una interpretación. Pero creo que es más fuerte quien ve la situación, piensa en el pueblo y tiene el valor de la bandera blanca y negociar. Y hoy se puede negociar con la ayuda de las potencias internacionales. Están ahí. Esa palabra negociar es una palabra valiente. Cuando ves que estás derrotado, que la cosa no va, tener el coraje de negociar. Y te avergüenzas, pero si sigues así, ¿cuántas muertes (habrá) entonces? Y acabará aún peor. Negociar a tiempo, buscar algún país que haga de mediador. Hoy, por ejemplo con la guer
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